Libro escrito por Paul Krugman, premio Nobel de economía 2008
El pánico de 1998
En el erano de 1998 los balances de los fondos de cubrimiento de riesgo no sólo eran enormes sino inmensamente complejos. Aun así, había un esquema. Normalmente estos fondos tenían activos a corto plazo que eran seguros (poco probable que su valor cayera) y líquidos, es decir, fáciles de vender si se necesitaba el efectivo. Al mismo tiempo, tenían activos a largo plazo que eran arriesgados e ilíquidos. Por lo tanto, un fondo de cubrimiento podía tener deuda alemana al corto plazo, que es segura y fácil de vender, y títulos hipotecarios daneses (derechos indirectos sobre vivienda), que son un poco más arriesgados y mucho más difíciles de vender en el momento. O podían ser bonos japoneses de corto plazo y deuda rusa de largo plazo.
Aquí el principio general es que históricamente los mercados tienden a pagar una prima bastante alta tanto por la seguridad como por la liquidez, pues los pequeños inversionistas son adversos al riesgo y nunca saben cuándo necesitan efectivo. Esto fue una oportunidad para los grandes operadores, que podían minimizar el riesgo con una cuidadosa diversificación (comprando una mezcla de activos de tal manera que las ganancias en uno por lo general compensaran las pérdidas en otro), y que normalmente no necesitaban efectivo de repente. Fue en buena parte explotando estos márgenes que los fondos de cubrimiento de riesgo ganaron tanto dinero, año tras año.
Sin embargo, para 1998 ya mucha gente entendía esta idea básica y la competencia entre los mismos fondos de cubrimiento de riesgo había hecho cada vez más difícil ganar dinero. De hecho algunos fondos comenzaron a devolver el dinero de los inversionistas, declarando que no podían encontrar suficientes oportunidades lucrativas para invertirlo. Pero también trataron de encontrar nuevas oportunidades desplegándose aun más y tomando posiciones que aparentemente parecían muy arriesgadas pero que supuestamente estaban astutamente construidas para minimizar las posibilidades de pérdida.
De lo que nadie se dio cuenta hasta cuando sucedió, fue que la competencia entre los fondos de cubrimiento de riesgo por explotar oportunidades de ganancias cada vez más estrechas, había creado una especie de máquina capaz de producir catástrofes financieras.
He aquí como funcionaba. Suponga que algún fondo de cubrimiento de riesgo, llamémoslo el Fondo de la Relatividad, hecho una apuesta grande sobre deuda rusa. Luego Rusia deja de pagar sus obligaciones y pierde unos mil millones de dólares. Esto hace que los inversionistas, que son la contraparte de sus posiciones a corto plazo, es decir la gente que prestó sus acciones y bonos para que les fueran devueltos en el futuro, se pongan nerviosos y exijan la devolución de sus activos. Sin embargo, el Fondo de la Relatividad no tiene estos activos a la mano sino que los tiene que comprar, lo que significa que tiene que vender activos para conseguir el efectivo. Y como es un jugador tan grande en el mercado, cuando comienza a vender , los precios de las cosas en que ha invertido comienzan a caer.
Entre tanto, el rival del Fondo de la Relatividad, el Fondo Pussycat, ha invertido también en las mismas cosas. De manera que cuando el Fondo de la Relatividad se ve obligado a hacer grandes ventas repentinas, esto también significa grandes pérdidas para Pussycat y este fondo también se ve obligado a vender para cubrir sus posiciones a corto plazo y al hacerlo caen los precios de otros activos. Al hacer esto, le crea un problema al Fondo Isabelino..... y así sucesivamente.
En un nivel básico fue la misma clase de proceso que implicó un círculo vicioso de precios en picada y balances en implosión. Nadie pensó que tal cosa pudiera suceder en el mundo moderno, pero sucedió y las consecuencias fueron alarmantes.
Como se puede ver, resultó que los fondos de cubrimiento de riesgo habían sido tan asiduos negociando primas de liquidez y riesgo que para muchos activos ilíquidos los mismos fondos eran el mercado, cuando todos intentaron vender al mismo tiempo no había otros compradores. Entonces, después de varios años de estar encogiéndose poco a poco, las primas de liquidez y riesgo de repente se elevaron a unos niveles sin precedentes. A finales de Septiembre, los bonos de Estados Unidos a veintinueve años, activos perfectamente seguros en la medida en que si el gobierno de Estados Unidos se derrumba todo lo demás se derrumba con él, estaban pagando tasas de interés significativamente más altas que los bonos a treinta años, que se negocian en un mercado más grande y por lo tanto son más fáciles de vender.
Extracto tomado directamente del Libro.
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