domingo, 23 de marzo de 2014

Nace la corrupción en el sindicalismo Mexicano; Luis Napoleón Morones.

Nace la corrupción en el sindicalismo Mexicano; Luis Napoleón Morones.

Tomado del libro: México acribillado (Francisco Martín Moreno) pag: 241-245

"...Ese era Obregón, el pícaro insaciable que restableció la Secretaría de Educación y construyó centenares de escuelas públicas; reparó y construyó miles de kilómetros de líneas férreas y telegráficas; redujo los efectivos del ejército; renegoció la deuda exterior y, no sin esfuerzos, consiguió el reconocimiento internacional, salvo el de Gran Bretaña. Se trataba de un jefe de Estado dotado de una gran capacidad de trabajo; sin embargo, no pudo controlar las huelgas que paralizaban al país y amenazaban la estabilidad de su gobierno. Si a Carranza le estallaron ciento setenta, al Manco de detonarán casi el doble, trescientas diez, durante su mandato. Años más tarde, ya en 1928, a finales del gobierno de Calles, cuando Morones llegó a ser secretario de Industria y líder indiscutible de la CROM, confederación que vivía se apogeo, tan sólo se darán siete huelgas.
Obregón sabe a ciencia cierta que Luis Napoleón no sólo no controla a los obreros, sino que los incita en su contra. Se acerca en secreto a otros líderes cronistas como Celestino Gasca y posteriormente al propio Samuel Yúdico, hermano político e incondicional de Morones. El sonorense intriga. Piensa en crear una central campesina opuesta a la CROM, opuesta a Morones, quien detenta el poder político de la clase trabajadora del país. Las rivalidades todavía son mudas, sordas, absolutamente silenciosas. Son bombas de tiempo. Se accionarán en cualquier momento. Los resentimientos y la desconfianza recíproca son mechas prendidas, cortas, muy cortas, extraordinariamente cortas. Es entonces, en 1924, que Obregón decide mandar matar a balazos a Luis Napoleón Morones. Un mal bicho, ratero, venal, podrido, desleal, truculento y asesino...
   Obregón sabía de sobra del estilo y la capacidad negociadora de Morones para concluir definitivamente con las huelgas; sin embargo a su gobierno, curiosamente, le estallaban una tras otra como si la CROM quisiera desquiciar su administración. Cuando un líder sindical de cualquier empresa presentaba un pliego petitorio, con su debido emplazamiento, sin haberlo acordado antes de Morones, el representante de los trabajadores recibía una sospechosa llamada para ir a comer... A la hora de los aperitivos, antes de leer siquiera las cartas, Luis Napoleón hacía su primer extrañamiento: -¿Por qué te quieres morir tan pronto...?
-¿Yo...?
-Sí, tú...
-Yo no me quiero morir, ¿quién dice esa pendejada?
-Yo...
-¿Por qué...?
-Por que estallar una huelga sin mi consentimiento implica declarar la guerra a la CROM...
-Los patrones nos explotan, nos matan de hambre con sueldos de miseria...
-Ese punto ni lo discuto...
-¿Entonces...?
-Es imposible cualquier emplazamiento fuera de nuestra órbita...
-¿Por qué, por qué tenemos que afiliarnos contra nuestra voluntad a la CROM?
-Por dos razones políticas y jurídicas: por mis güeros...
¿Es suficiente el argumento?
-Pues por los míos no aceptaremos presiones...
-Bien...
-¿Bien qué...?
-Voltea y revisa tu entorno. Todos estos hombres que ves comiendo pacíficamente son asesinos a sueldo que quién sabe de dónde salieron ni cómo llegaron aquí. Con que yo truene los dedos o dé una voz aumentarás de inmediato de peso, por que te llenarán el pecho y la panza de plomo. Cualquier movimiento extraño que hagas y te irás para el otro lado... y es claro que no me refiero a Estados Unidos...
   Acuérdate de que la huelga de tranviarios acabó en un día luctuoso por que fueron muertos o heridos muchos obreros de ese ramo que se opusieron a acatar mis sugerencias... No pierdas de vista que las oficinas de la CGT fueron tomadas por soldados de acuerdo con mis instrucciones, y todo por que esos malvados se me estaban alebrestando. Una huelga no autorizada por mí acaba, por lo general, a balazos. El propio Obregón anunció que si estalla el conflicto ferrocarrilero lo resolverá por medio de las armas: imposible que permitamos la paralización del país. Ocuparemos militarmente las sedes de los sindicatos opuestos a la CROM, sea el de panaderos o el de tortilleras...
-Esas son chingaderas...
-Más lo son tus intenciones de promover una huelga sin mi beneplácito.
-¿Beneplácito...? ¿Pero quién carajos te sientes...?
-La máxima autoridad obrera del país.
-¿Quién te nombró?
-Yo...
-Pues no estoy de acuerdo...
-¿Quieres que truene los dedos para que empiece la fiesta de las balas...?
-Silencio.
-¿Y que tal que mejor nos afiliamos al obrerismo católico que encabeza el padre Toral desde Guadalajara?
   No lo intentes, mejor no lo intentes, no te conviene; pero además te pregunto: ¿crees que Toral o el arzobispo Jiménez le van a conseguir empleo a tu gente y le van a incrementar los salarios o le van a conseguir tierras, casas, escuelas y alimentación? La Iglesia sirve para los rezos, la primera comunión, los bautizos, las bodas de plata y esas pendejadas, pero cuando ya se habla de otorgar prestaciones a la gente, cuando se trata de pagar o de dar dinero te dirán que le pidas a Dios comprensión y ayuda... Reza, hijo mío, Él sabrá obsequiarte con su Santa Gracia de acuerdo a tus merecimientos...
-Es que yo...
-Es que nada: acércate a mí y te hará senador de la República o diputado del Partido Laborista y además te llenaré los bolsillos de dinero, no de bilimbiques, sino de pesos de plata de los buenos; ahora bien, desafía mi poder, rétame y el choque conmigo equivaldrá a un encontronazo de frente con una locomotora de bajada y a toda velocidad...
-¿Ser senador...?
-Sí, tú y los tuyos...
-¿Cuánto dinero...?
-Lo veremos en su oportunidad. Te garantizo que te hará sonreír...
-Salud, brindo por la CROM y por la larga existencia de Luis Napoleón Morones...
-Bien, hermano, yo brindo por tu amor a la vida, es contagioso...
-¡México empezaba a pudrirse!

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